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EL CUENTO SIN TITULO.
Maximiliano, Villa 31 (7 años)*
Hace mucho, mucho tiempo hubo un nene que leyó un cuento. Pero, qué sorprendente!...ese cuento no tenía título.
El nene, que estaba aprendiendo magia, por descuido, tocó la primera página del cuento con su barita y el título cobró vida, pero de pronto las palabras se desordenaron y las letras empezaron a mezclarse antes de que pudiera saber cómo se llamaba el cuento.
Desarmado el título salió corriendo con todas sus letras y el nene las persiguió pero corrían rápido y se alejaban y se perdían a toda prisa por la casa.
Primero se escaparon metiéndose en la canilla del cocina, luego dispararon por los caños del agua y de ahí parece que fueron a parar a un pozo ciego.
El nene corrió a toda velocidad pero no pudo alcanzarlas. El pobre iba de aquí para allá, se cansaba, se agitaba y transpiraba mucho porque todo lo que deseaba era llegar a las letras para poder salvar el título. Aunque le daba una asco que se le revolvía la panza, metió su mano en el caño del pozo para probar si las alcanzaba, pero la mano se le atoró (¡!uyyy, qué feo dolor!!!) y mientras tironeaba para sacarla, las letras volvieron a escabullirse entre las cañerías.
Cuando (¡!por fin!!) el nene pudo sacar su mano, metió su ojo en un caño angosto buscándolas, pero no pudo verlas, sólo había oscuridad y un olor hediondo que le hacía arder la nariz. Pero aunque le daba asco, puso su boca en la punta del caño y succionó con fuerza para rescatar a su título. ¡! Y qué suerte!! Las letras se metieron en su boca pero sin darse cuenta, ¡SE LAS TRAGÓ!
Atragantado de letras, de golpe se acordó de un pase mágico que enseñaban en su libro. Era fácil y servía para cuando uno se atoraba comiendo. Consistía en meterse la barita en la boca y decir ABRA, CADABRA! Y así, por arte de magia, las letras salieron escupidas de su boca pero con semejante fuerza que se fueron volando…
Fue entonces cuando el nene, llorando de rabia, levantó su cara llena de lagrimas y vio cómo la letras flotaban entre las nubes y de poco iban ordenándose en una fila muy larga y escribiendo en el cielo un título para el cuento…
A que no adivinas qué título.
*Maximiliano todavía no sabe leer y escribir con fluidez. Entonces, durante la semana piensa cuentos y en el taller se los dicta a María. Luego del borrador, ambos acuerdan correcciones y efectos.
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